(CON OCASIÓN DE SU ANUNCIADO VIAJE A CHILE)
¡Bienvenido, si vienes, Rubén Darío!
Si en Chile tú, de nuevo, posas la planta,
oye una voz sincera que se levanta;
escucha los acordes del plectro mío,
que a nadie rinde patrias de su albedrío,
y la verdad te dice cuando te canta!
Mi noble y libre Musa, mentir no sabe;
no sabe de bajezas ni adulaciones:
sinceras como mi alma son mis canciones;
no extrañes pues, poeta, que no te alabe
como te alaban otros, y austera y grave,
¡se atreva a dirigirte reconvenciones!
¿Por qué, dime, no cantas hoy como en antaño?
(¡Oh, tus sublimes versos a Victor Hugo!)
una extraviada senda seguir te plugo...
Engañado caminas tras un engaño,
y va en pos de tu huella un gran rebaño...
¡que libre se proclama de todo yugo!
Lo artístico, lo bello -¡triste sarcasmo!-
debe ser frío, insulso, sin emociones.
Se vitupera el estro, las expansiones
del gozo y de la pena, del entusiasmo:
¡lo que saca a los hombres de su marasmo,
lo que hace que palpiten los corazones!
Se disfraza a las musas como arlequines,
y se las trata, ¡oh cielos!, como a rameras...
No hay pudor en las frases y en las maneras;
se ostentan cual virtudes los vicios ruines;
todos del Ego propio son paladines
y a sí mismos se aclaman como lumbreras!
Hay excepciones, cierto --las salvedades
fuera injusto no hacerlas: --hay estilistas
ingeniosos y pulcros, finos artistas,
y es penoso dediquen sus facultades
a simples futilezas, a nimiedades
y a pruebas peligrosas de equilibristas.
La excelsa Poesía, verbo divino,
la convierten en juego (chic) de vocablos...
Los bardos modernistas son niños diablos
que aman lo extravagante, lo gorgorino;
que apuran como néctar un falso vino
y van a revolcarse por los establos...!
Los sátiros, los chivos están de moda...
pero ya no se ocultan en las florestas;
celebran a todo aire sus torpes fiestas
y entonan sus canciones con voz beoda...
¡La cancioncilla triunfa... duerme la oda...
ni un eco se percibe de sus protestas!
¡Oh tú, lírico, dueño de tanto numen,
artífice que pulsas un plectro de oro;
tú, cuyas alabanzas dicen a coro
los que igualarte un día, tal vez, presumen,
no dejes por más tiempo que te sahumen
los que... a perder te ayudan tu gran tesoro!
La inspiración sagrada, que es don del Cielo
para elevados fines úsanla solo
los que a llamarse aspiran hijos de Apolo,
las águilas caudales que alzan el vuelo
y anidan en las cumbres, -no en bajo suelo-
¡por sobre las miserias, por sobre el dolo!
Si al Pontífice Sumo de los Poetas
(al que no hay lengua humana que bien alabe,
porque en el mundo apenas su gloria cabe),
como antes tú lo admiras y lo respetas,
al vaivén de la moda no te sometas:
¡deja que Victor Hugo guíe tu nave!...
¡Sigue su rumbo cierto que va a la Gloria!
¡Oye su voz potente, su voz sublime
que bendice y condena, que canta y gime,
que en luz y en oro cambia la misma escoria;
voz sobre humana, eterna, voz de victoria
que parece que al mundo salva y redime!
¡ Es un Sol!... y los miopes le ven defectos
Buscan manchas que empañen su intensa lumbre
(Oh la eunuca, la ingrata, vil muchedumbre
de cuerdos de envidiosos, de circunspectos,
que atribuyen jorobas a los más rectos
y no quieren que el astro surja y alumbre!)
¡Tú, que en grandiosos versos, llorar la muerte
de aquel Genio supiste, genial Darío,
tu inspiración no pierdas en el vacío!...
¿Sacerdote del verbo, sé el bate fuerte,
apóstol y profeta que el daño advierte,
y contra el mal batalla con noble brío!
Ya no más te seduzcan las vanidades;
ya no más engalanes con oropeles
la veste de tu Musa... Corta laureles
en los bosques sagrados de otras edades,
y para las futuras humanidades,
Abeja del Himeto, fabrica mieles!
BLANCA VANINI SILVA
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